Febrero es el único mes del año que cuenta con tan solo 28 días, a diferencia del resto que tiene 30 o 31, siendo que en el hemisferio sur del planeta es una fecha de mucho sol calor y las vacaciones están terminando, si tan solo tubiera 31 días para aplazar Marzo... Descubramos el porqué en el siguiente artículo...
La razón tenemos que buscarla en la época de los primeros romanos. Por aquel entonces el año tenía 10 meses llamados Martius (Marzo), Aprilis (Abril), Maius (Mayo), Iunius (Junio), Quintilis (que luego sería Julio), Sextilis (que se convertiría en Agosto), September (Septiembre), October (Octubre), November (Noviembre), December (Diciembre). En este calendario se alternaban los meses de 30 y 31 jornadas dando lugar a un año que tenía 304 días. Los restantes sencillamente eran días de invierno en los que no había que celebrar nada, no eran productivos y, por tanto, no tenían importancia.
Fue el rey Numa Pompilio en el año 713 Antes de Cristo quien decidió que, para adaptar el calendario al ciclo lunar, había que colocar 2 meses más. Los puso al principio y al final de año y los llamó Ianuarius (que sería Enero) y Februarius, que se destinaría a la purificación ( y que sería Febrero). El año acaba teniendo 354 días.
También se cambió el número de jornadas que tendría cada uno. En la época de Numa Pompilio se creía que los números pares traían mala suerte, así que para tener el favor de los dioses, se modificó el estableció que se alternaran meses de 29 y 31 días. Pero las cuentas no cuadraban. Dado que enero y febrero eran meses de una estación estéril se pensó que no pasaba nada si tenían días pares, así que se decidió que tuvieran 28 días.
Pero a nadie le gustaba que el año empezara con un mes de mala suerte. El siguiente paso fue añadir un día a enero, que se quedaría en 29.
Pero este orden tampoco era el mejor porque no se correspondía con las estaciones. Durante un tiempo se estableció añadir días cada pocos años. Pero nadie se ponía de acuerdo en cuántos había que poner.
Esto cambió en la época de la república, cuando se colocó a Februarius como primer mes y se decidió añadir cada dos años un mes nuevo llamado Mercedonius. Tampoco fue una medida demasiado popular.
El que finalmente puso orden en todo esto fue Julio César, el famoso militar y político romano. Tras consultar a un astrónomo llamado Sosígenes ideó una solución más sencilla: volvió a colocar Ianuarius como primer mes, juzgó que los números pares no daban mala suerte (lo que supuso volver a intercalar meses de 30 y 31 días); y con respecto a Februarius pensó que bastaban 28 días para purificarse. Aun así el calendario no parecía ajustarse del todo a los movimientos del sol por un mínimo margen: problema que se solucionó añadiendo un día a Februarius cada cuatro años.
Este es la curiosa explicación al curioso número de días que tiene el mes que ahora acaba. Una historia que demuestra que muchas veces la solución más sencilla es la mejor.
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martes, 20 de agosto de 2013
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